LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS

Los ríos que cruzan el término de Calasparra posibilitaron numerosos asentamientos prehistóricos y el desarrollo de la cultura íbera, a partir del siglo V a.C. Se ha hallado muchos restos arqueológicos en lugares estratégicos. Destacan los Abrigos del Pozo (la Cueva de los Monigotes) y los yacimientos de El Castillico, el Cerro de la Virgen y el Cabezo de las Juntas.

Los romanos se asentaron en Calasparra a partir del 206 a.C. tras la ocupación cartaginesa, atraídos por los metales y las tierras. En esta época se produjo una expansión de las explotaciones agrícolas. De su paso quedan importantes vestigios como las villas rurales de “Casica Valero” y de los Altos de Valentín, y el yacimiento de Gilico.

A partir de la época musulmana (siglos VIII-XII) Calasparra comenzó a adquirir entidad como población. Se construyó el Castillo y se estableció el poblado agrícola de la Villa Vieja.

ENTRE MOROS Y CRISTIANOS

Con el avance de la reconquista cristiana, Calasparra fue tierra fronteriza entre el reino castellano y granadino. Las razzias de ambos bandos esquilmaron su territorio, que pasó a manos de cristianos o de musulmanes según evolucionaba la contienda. En 1289, Sancho IV de Castilla donó el Castillo de Calasparra a la Orden de San Juan del Hospital, que la mantendría bajo su dominio hasta el siglo XIX propiciando el inicio de una organización social y política estable. A lo largo del siglo XV la Orden repobló Calasparra con moradores cristianos.

EL DESARROLLO EN LA EDAD MODERNA

El siglo XVI fue una época de expansión, gracias al final de la guerra con Granada y el aumento de la población, lo que supuso un importante auge social y económico.

En los siglos XVII y XVIII la evolución de Calasparra fue similar a la de la Región de Murcia, aunque con peculiaridades debidas a su pertenencia a la Orden de San Juan. La base de su desarrollo fue la fértil huerta circundante y la benignidad del clima. Hortalizas, frutas, trigo y cebada, seda y arroz fueron los principales cultivos. El monte proporcionaba caza, madera, leña y esparto. También se contaba con las salinas del Quípar y yacimientos de azufre. Pero a mediados del XVIII se produjo una desaceleración, fruto de la Guerra de Sucesión, y se hicieron patentes diferencias sociales que provocaron enfrentamientos.

CALASPARRA CONTEMPORÁNEA

El principio de siglo XIX estuvo marcado por los efectos de la Guerra de Independencia española, debido al paso de los ejércitos desde y hacia Andalucía. A mediados de siglo, Calasparra dejó de pertenecer a la Orden de San Juan. Oligarcas y caciques se hicieron con el control político, y la carestía hizo que las clases bajas se vieran abocadas a la emigración o al bandolerismo

A pesar de la emigración hacia Argelia, Cataluña y Francia, y a los efectos de la Guerra Civil, Calasparra se recuperó económicamente en el siglo XX gracias a la instalación de industrias de transformación, conservas y servicios, y a la expansión del turismo. El trabajo del ilustre arquitecto Emilio Pérez Piñero le confirió gran publicidad en la segunda mitad del siglo, así como la obtención de la Denominación de Origen al Arroz de Calasparra en 1982

HECHOS HISTÓRICOS RELEVANTES

El 9 de Junio de 1289, Sancho IV dona el Castillo de Calasparra a la Orden de San Juan de Jerusalén.

En 1300, Jaime II concedió el castillo de Calasparra a Rodrigo de Vizcaya, procurador suyo. 1412 – 1414: La Repoblación y el Repartimiento de Calasparra, que suponen la base para la aparición de una organización social estable.

El 16 de noviembre de 1982, el Ministerio de Agricultura, concedió la Denominación de Origen al arroz de Calasparra, siendo el primer arroz del mundo en obtenerla.