Es una de las pocas edificaciones del siglo XVI que quedan en la ciudad. Esta construcción estaría encuadrada dentro de la arquitectura civil del Renacimiento. En un principio fue propiedad de la familia Melgarejo, a la postre Condes del Valle de San Juan, tuvo múltiples usos a lo largo del tiempo, entre ellos, molino arrocero, hasta que fue abandonado y su deterioro resultó considerable.

El valor histórico y artístico del edificio hizo que en 1983 se reconociera su importancia y fuera declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Histórico Artístico Nacional.
El Ayuntamiento de Calasparra adquirió el inmueble y fue restaurado en 1988.

Es un conjunto sobrio de tres plantas y amplias dependencias. Tiene dos torreones desiguales, con un cuerpo central. La puerta es de sillería renacentista enmarcada por pilastras toscanas. En el piso superior preside el blasón de la familia, encerrado por dos pilastras de caracteres dórico-romanos, y dos conchas a modo de ménsulas. El carácter manierista de la fachada queda culminado por cuatro ventanas simétricas dos a dos.

Alberga en su interior  la Fundación Emilio Pérez Piñero y el Archivo Histórico Municipal, donde se encuentra documentación datada desde el siglo XV.